La IA ocupa un lugar central. ¿Deben los inversores creerse el bombo publicitario?
- La IA ya ha contribuido significativamente a nuestra forma de vivir y trabajar, por ejemplo en el comercio electrónico, el entretenimiento y la producción industrial
- Es probable que las empresas tecnológicas de gran capitalización ofrezcan un crecimiento potencialmente superior de los beneficios a medida que se desarrollen más aplicaciones
- Pero la IA también puede transformar la economía en general y contribuir a la lucha contra el cambio climático
Es fácil entender por qué existe tanto entusiasmo entre los inversores por la inteligencia artificial (IA). En parte, refleja lo que ya sabemos, pues la IA existe desde hace tiempo.
Cualquiera que utilice aplicaciones de redes sociales o compre en Internet estará familiarizado con los anuncios que parecen haber sido diseñados de manera absolutamente personalizada. Las aplicaciones de telefonía móvil también se sugieren entre sí en determinados momentos del día. Por ejemplo, la aplicación Siri de mi propio teléfono promueve el uso de Spotify por la noche, ya que sabe que me gusta poner buena música mientras ceno.
Se trata de tareas impulsadas por la IA, y tales innovaciones ya han contribuido al estelar comportamiento de las cotizaciones bursátiles de las principales empresas tecnológicas de gran capitalización.
Sin embargo, nos queda muchísimo por ver. La IA —especialmente la IA generativa— es una tecnología habilitadora como ninguna otra hasta el momento. El ser humano siempre ha desarrollado técnicas para hacer más eficiente el trabajo: la rueda, las herramientas de hierro, la hiladora, la electricidad, la telefonía y, en el último medio siglo, la digitalización. Estos avances contribuyeron a reducir la carga del trabajo físico, a mejorar las comunicaciones en beneficio del comercio y a automatizar complejas técnicas de producción.
La IA lleva las cosas a un nuevo nivel utilizando el aprendizaje automático y grandes modelos lingüísticos. El valor fundamental es la capacidad de utilizar enormes conjuntos de datos para generar resultados que superan ampliamente la capacidad de la mayoría de las personas. Estos resultados podrían ser coches sin conductor que incorporen las condiciones meteorológicas y del tráfico para ofrecer viajes más seguros y eficientes, o la capacidad de detectar problemas de salud en una fase temprana a partir de la identificación de patrones en bases de datos masivas de pacientes. Las aplicaciones parecen no tener fin.
El factor de productividad
Los economistas sugieren, como ocurrió en otras revoluciones tecnológicas a lo largo de la historia, que la IA impulsará la productividad. Lo hará automatizando tareas que actualmente realizan seres humanos en una amplia gama de profesiones. Esto no solo hará que la realización de estas tareas sea más rápida y barata, sino que también liberará a las personas para que dediquen más tiempo a actividades más productivas. Una mayor productividad se traduce en mayores tasas de crecimiento económico y niveles de vida, lo que impulsará los rendimientos de la actividad en una amplia gama de sectores. Es muy probable que los puestos de trabajo que se pierdan a manos de la IA porque está puede hacerlos más rápido y de forma más eficiente que los humanos sean sustituidos por otros nuevos, más productivos y mejor pagados.
Las oportunidades de inversión en toda la cadena de valor de la IA son claras, como los productores de semiconductores, los fabricantes de hardware o los proveedores de servicios de ciberseguridad. La creación de valor ya es visible; fíjese en el rendimiento de los valores tecnológicos en lo que va de 2023: el índice Nasdaq, con un alto componente tecnológico, ha subido un 34% en lo que va de año.1 Los activos de empresas dedicadas a la producción de herramientas o la prestación de servicios para un sector son un lugar obvio para invertir. Para poder ejecutar aplicaciones de IA, y cada vez más empresas lo harán, existe una necesidad creciente de potentes chips de silicio, servidores, soluciones de red y capacidades de computación en la nube.
El mercado en general
A diferencia del auge de Internet a principios de siglo, existen empresas tecnológicas consolidadas capaces de liderar la revolución de la IA y gestionar a los ganadores y perdedores a través de su propia inversión en desarrolladores en fase inicial. Por ello, es probable que los valores tecnológicos de gran capitalización sigan beneficiándose y generen un crecimiento potencialmente superior de los beneficios a medida que se desarrollen cada vez más aplicaciones.
El metaverso es un área de claro interés, ya que los juegos y otras aplicaciones de realidad virtual pueden beneficiarse de las técnicas de IA que fusionan los mundos real y virtual.
La visión debe ir más allá del sector tecnológico establecido. Para que la IA sea una tecnología transformadora que impulse la productividad de toda la economía, debe permitir mejoras en la eficiencia y la rentabilidad de las empresas de toda la economía. Deje volar su imaginación por un momento.
La tecnología nos rodea por todas partes, pero fíjese en el día a día y reflexione sobre dónde cree que la IA puede ofrecer mejores bienes y servicios, hacer que su trabajo sea más productivo y mejorar el entorno vital. El comercio electrónico, los servicios financieros a medida y el entretenimiento a través de servicios de streaming son ya formas habituales en las que, como consumidores, nos beneficiamos de la IA.
Pero, ¿qué hay de poder beneficiarse del uso de la IA para gestionar más eficazmente el tráfico por carretera, una gestión más eficiente de inventarios y logística con vistas a combatir la escasez de mercancías en el comercio minorista, una mejor prestación de asistencia sanitaria o un acceso más fácil a los recursos educativos?
Las empresas que adoptan la IA deberían, a su vez, ofrecer a los inversores la oportunidad de obtener mayores beneficios y una cuota de mercado creciente. En una economía que podría estar creciendo más rápido, la IA puede ser un motor potencial de mejores rendimientos de la inversión en distintos frentes.
Implicaciones a más largo plazo
Hay consideraciones más amplias. En el lado positivo, la IA puede contribuir al avance de la ciencia médica y el desarrollo de fármacos. Puede ayudar a mejorar el rendimiento de los cultivos y a gestionar mejor los recursos hídricos. Hemos examinado las tecnologías clave que se emplean en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, y la IA desempeñará un papel enorme en este campo. La prestación de servicios públicos a comunidades remotas o desfavorecidas puede beneficiarse de que los Gobiernos aprovechen las oportunidades que brinda la IA.
A los inversores les preocupa actualmente el aumento de los niveles de deuda pública, que podría provocar una subida de impuestos o una reducción de la prestación de servicios públicos como la sanidad y la educación. Si la IA mejora realmente la productividad y la eficiencia, puede contribuir a satisfacer las crecientes demandas del sector público derivadas del envejecimiento de la población en muchas economías desarrolladas. Imaginemos las posibles implicaciones positivas de unos servicios públicos más eficientes y una mejor atención sanitaria, incluida la identificación y el tratamiento de enfermedades costosas en fases mucho más tempranas.
Por supuesto, la IA también es motivo de preocupación. Tiene muchos usos malévolos posibles, desde el fraude hasta fines de explotación o políticos más siniestros. También habrá desplazamiento de trabajadores. Pero la tecnología tiene la costumbre de integrarse en la vida cotidiana desde que los cavernícolas fabricaban garrotes con ramas de árboles. Es necesaria una gobernanza de la IA, al igual que ocurre con las redes sociales, la medicina y muchos otros sectores.
El mundo necesita un nuevo motor de crecimiento. Los efectos del final de la Guerra Fría, del milagro económico rural-urbano de China y de la revolución de las comunicaciones de los años noventa están desapareciendo. Las poblaciones envejecen, la desigualdad de ingresos aumenta y todo el planeta se enfrenta a una crisis de sostenibilidad. Aprovechar el poder de las máquinas, basado en milenios de experiencia, descubrimientos y conocimientos humanos, debería ser positivo para los inversores y aún mejor para la humanidad.
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